Welsungsraum

"Hazte fuerte en los viejos sueños para que nuestro mundo no pierda la esperanza". Ezra Pound "Ich lehre euch den Übermenschen. Der Mensch ist Etwas, das überwunden werden soll. Was habt ihr getan, ihn zu überwinden?". Nietzsche

Nombre: Welsung

miércoles, abril 15, 2009

LOS ÁNGELES NEUTRALES


¿Habrá que volver a leer íntegramente los libros de Miguel Serrano, aquellos que se refieren a lo que él denominó Hitlerismo Esotérico, para comprender que él señaló con claridad absoluta que no hay nada en común entre Wotan y Jehová? ¿Para entender que, aunque fonéticamente iguales, la “k” y la “c” implican universos diametralmente opuestos?

En una entrevista que le hiciera Javier Nicolás hace unos veinte años, para la revista Cedade, Miguel Serrano señala:

“Me crié en el cristianismo, en el catolicismo, como todos ustedes. Esta América es católica y lo era tremendamente mi familia, por ser tradicional. Por ello me ha costado muchos años llegar a liberarme de esa siniestra trampa del judaísmo. Pero es que no se puede ser nacionalsocialista, hitlerista, y a la vez cristiano. Esto tenemos que entenderlo bien y de una vez, porque si no, todo permanecerá a medio camino y el combate no se habrá planteado contra el Enemigo en los términos exactos.”

Dado lo anterior, ¿cómo se permitió que el cadáver indefenso de Miguel Serrano fuese conducido a un templo católico y se le hiciera partícipe de una misa católica, donde se deben haber elevado preces a Jehová, alias “Dios” (para hacerlo más tragable para los goim despistados), donde se debe haber rogado a ese tal Jehová por el perdón de los pecados de Miguel Serrano, para que pudiera ascender a los “cielos” a cantar loores a Ese mismo, el Único, el Sin Amada?

¿Por qué no lo llevaron derechamente a la sinagoga? ¿Para qué andarse con rodeos y pasear por ritos más correctos socialmente?

Supongamos por un momento (sólo por un momento) que todas las religiones son patrañas. ¿Qué queda entonces de la noticia, tal como fue publicada por la prensa? Pues que, simplemente, la obra de Miguel Serrano fue sólo “literatura”, en el sentido estrecho del término. Una “perfomance”, se diría hoy. Nada muy serio, en todo caso, ya que la supuesta visión del mundo totalizadora de la que él hablaba ni siquiera dio para un rito funerario social y políticamente incorrecto. Por eso se habló en esos días del escritor, del diplomático, del poeta, del pensador. Nunca del nacionalsocialista.

Algún escritor, lleno de buenas intenciones, nos quiso aclarar: “El Hitlerismo Esotérico no se trata de Hitler de carne y hueso”. Sería, entonces, sólo un cúmulo de metáforas, parábolas, hipérboles, puras figuras literarias, palabrería hueca; nada vital, nada totalizante ni totalizador. La búsqueda del superhombre habría sido sólo la búsqueda de la atención del público.

Esto es el intento de trivialización de la obra de Miguel Serrano.

Es imposible que haya una “última voluntad de Miguel Serrano” que busque borrar con un codo católico lo que él escribió con su sangre visigótica. Ese literato amigo suyo que lo quiere rescatar de un “Hitler de carne y hueso” está equivocado. No se trata de una perfomance. La lectura de su obra es más literal, menos metafórica. No es una patraña; tampoco lo es el judeocristianismo.

¿Se imagina alguien al Führer diciendo que Alemania debía rendirse, que haber guerreado contra el enemigo de la humanidad habría sido un error, pues el judío internacional no sería realmente un peligro mundial, que la raza no importa, que la sangre no importa, que los ideales no importan, que somos todos hijos del Único?

¿Se imagina alguien a Miguel Serrano afirmando que sus libros eran letra muerta, que era sólo poesía surrealista, que al morir desearía una misa judeocatólica de difuntos, bajo la égida de Jehová, el destructor de los arios, en un “arrepentimiento de último minuto” que le permitiera subir al Cielo cristiano para dedicar la Eternidad a cantar loas a Jehová?

Este acto inicuo es simbólico y ha tocado el arquetipo de los Ángeles Neutrales.

Pero Miguel Serrano ya estaba más allá de misas y de iniquidades, más allá del bien y del mal, más allá de las estrellas; no pudo ser alcanzado por esta traición.

Él y su obra son una sola cosa, él fue un hitlerista y hay que volver a recordar sus palabras, una vez más: “no se puede ser nacionalsocialista, hitlerista, y a la vez cristiano. Esto tenemos que entenderlo bien y de una vez, porque si no, todo permanecerá a medio camino y el combate no se habrá planteado contra el Enemigo en los términos exactos”.


Hoffmann

sábado, febrero 28, 2009

Requiem para un gigante


Hoy, un símbolo significativo se rompió en mi casa sin un motivo físico. Una niña que estaba cerca dijo compungida que ella no lo había hecho. Cuando lo supe, pensé: Si es un símbolo verdadero, entonces su ruptura también es un símbolo.

Casi sin sorpresa, entonces, recibí una noticia que golpeó sin embargo mi mente y espíritu: Miguel Serrano había muerto hoy en la mañana.

Varios años estuve junto a él, me maravillé con el mundo que nos mostró. Él nos enseñó que hay algo más que recorre nuestra sangre, un llamado lejano desde eones de distancia, tiempo y genética, pero que sigue vivo a pesar de todo.

Recuerdo nuestra primera entrevista, vestido de blanco en un atardecer de Santiago de Nueva Extremadura. Sus ojos azules, profundos como el mar, miraban más allá de la cortina que nos ciega en el día a día. Era el peregrino del ansia y en ese momento era evidente.

Años después nos separamos, incluso llegué a escribir en su contra, no contra el Minesänger, contra el hombre Miguel Serrano. Era yo mucho más joven y vehemente, no perdonaba que mi generación fuera una generación perdida, atrapada entre los acontecimientos de la contingencia y el sueño de lo eterno. Con el tiempo he aprendido que los hombres sólo somos eso, hombres. Una plasmación temporal de algo eterno. Como tal, tenemos nuestros momentos malos y buenos, a pesar de nosotros mismos.

Reza el dicho popular que todos los muertos son buenos; en el caso de don Miguel Serrano, él está más allá del bien y del mal pues aunque sigo pensando que cometió muchos errores, nos enseñó el otro mundo, el mundo de Hesse, Jung, Novalis, Hölderlin, del romanticismo germano que resuena en nuestras mentes a pesar de la lejanía. Él fue quien le recordó a estas ramas que la savia del Gran Árbol, del Yggdrassil, fluye también en nosotros. Él nos enseñó el sueño por la Antártica y los gigantes blancos que la habitan.

He elegido una foto de él en sus mejores tiempos, hubiese querido una en traje de peregrino, del joven que subía a Montagnola, pero no encontré ninguna. Pero no quise una de sus últimos tiempos, en decadencia, pues es así, lleno de energía y juventud como lo encontraré “al otro lado”.

Supe que en los últimos años estaba muy enfermo, quería hablarle por última vez, quería el reencuentro, aunque sólo yo hablase, repetir lo que él hizo con Ezra Pound, hablarle a eso que se estaba desprendiendo de un cuerpo ya cansado.

Su muerte lo libera, libera a uno de los más grandes espíritus que nació en esta mágica tierra de Chile. Tan grande era que arrojó también sombras, pero esto (ahora lo reconozco, con la edad), es signo de que estaba muy por encima de aquellos enanos que pueblan hoy mi país, incapaces de bien o mal, de contrastes, chatos.

El Nacionalismo de Don Miguel era un nacionalismo telúrico, unido a la Tierra, al alma de este país, él decía que Chile era una tierra de gigantes, él los había visto en nuestra cordillera, estoy seguro que hoy ellos lo han recibido como a uno de ellos. Ha muerto el último gigante de Chilli- Mapu. A partir de hoy todo se volverá más gris, más chato, más pequeño.

Sé que su espíritu nos seguirá observando desde la estrella más bella, Venus, Yepun, la Elbereth de Tolkien. Desde hoy su luz estará más húmeda por las viriles lágrimas del espíritu del trovador que ve cómo su amada Tierra se hunde.

Aquí quedamos, de este lado del Gran Mar, los malditos, los testigos de los últimos tiempos, hasta que llegue la última hora también para nosotros, aquella hora en que sabremos si hemos sido fieles, si hemos sido capaces de mantener el sueño y si podemos elevarnos hasta allá, a completar el círculo que alguna vez formamos en este mundo.


Heil Miguel Serrano!!

Sieg Heil !!


“Oh! Yepun, ilumínanos con tu luz honda, humedecida!”

A Elbereth Gilthoniel
Oh Elbereth Iluminadora de Estrellas
silivren pennamíriel
brillo (blanco) baja brillando como joyas
o menel aglar elenath!
del firmamento [la] gloria [de] la hueste de estrellas!
Na-chaered palan-díriel
A-lejana distancia miró lejos
o galadhremmin ennorath,
desde la tierra media entretejida de árboles,
Fanuilos, le linnathon
Fanuilos, a ti te cantaré
nef aear, sí nef aearon!
en este lado del mar, aquí en este lado del Gran Océano!


A Elbereth Gilthoniel o menel palan-diriel, le nallon ¡
Oh Elbereth Iluminadora desde el firmamento mirando a lo lejos, a ti imploro
sí di-nguruthos! A tiro nin, Fanuilos!
aquí bajo la horrorosa muerte! ¡Oh mira hacia mi, Siempre Blanca!


Welsung

sábado, enero 24, 2009

HOLOCUENTO

Tras publicar su 'Informe Rudolf' , German Rudolf se convirtió en enemigo del Pueblo de la Mentira, Aquí las conclusiones de su informe


9. Conclusiones


Aún de acuerdo con las declaraciones del farmacéutico J.-C. Pressac, quien, a fines de los ’80 y a comienzos de los ’90 fue promovido como el experto técnico del Holocausto, los testimonios de los testigos oculares relacionados con la ingeniería de las instalaciones y con su capacidad son, casi sin excepción, indefendibles. Aún las correcciones a los testimonios, consideradas necesarias por Pressac, no van lo suficientemente lejos como para hacerlas creíbles. En particular, los testimonios relacionados a la duración de las ejecuciones en las “cámaras de gas” (morgue 1) de los crematorios II y III, así como los períodos de ventilación después de las ejecuciones están completamente errados. Esto se debe a la sobreestimación de la tasa de evaporación de ácido cianhídrico desde el vehículo del Zyklon B, así como el concepto incorrecto de la efectividad de la ventilación de las salas. Si deben ser aceptados los testimonios de los testigos oculares relativos a las cantidades de Zyklon B usadas, y al menos aproximadamente relacionadas con la rapidez del procedimiento de ejecución, entonces ellos son incompatibles con los testimonios, a veces de los mismos testigos, que señalan que los cadáveres de las víctimas eran retirados desde las “cámaras de gas” inmediatamente después de las ejecuciones sin máscaras antigás ni ropas protectoras. Esto es particularmente cierto en aquellas supuestas “cámaras de gas” sin instalaciones de ventilación (crematorios IV y V y las granjas I y II), ya que trabajar en “cámaras de gas” pobremente ventiladas, con altas concentraciones de gas venenoso, es imposible sin máscaras antigás. El peligro extremo a que someterían los sudorosos trabajadores del Sonderkommando, quienes se supone que tenían que trabajar sin ropas protectoras, hacen indignos de confianza los testimonios. Los relatos de los testigos oculares son por lo tanto completamente contradictorios, ilógicos, contrarios a las leyes de la Naturaleza y, por lo tanto, increíbles. Los testimonios realizan particulares contorsiones cuando se llega al tema de las cremaciones (cantidad y tipo de combustible usado, velocidad de cremación, desarrollo de llamas y humo), los que además yerran al ser contrastados con los análisis de fotografías aéreas.

Las supuestas instalaciones para el asesinato masivo de seres humanos son, a juicio de Pressac, imprácticas para su propósito, pues ilógicamente estaban construidas por partes, por lo que ellas no habrían sido convenientes como instrumentos de exterminio en masa. Una vez que uno considera los requerimientos técnicos reales, queda la impresión de la total incapacidad de las instalaciones en cuestión —las que eran deficientes hasta el punto de la inutilidad— en grosera contradicción con las técnicamente avanzadas cámaras de desinfección, existentes en la vecindad inmediata. Los hechos indicados más adelante, con relación con los pilares de introducción de Zyklon B en los techos de las “cámaras de gas” (morgue 1) de los crematorios I a III, refuerzan la sospecha de una manipulación ulterior casi hasta la certeza. Estas instalaciones habrían sido aún menos convenientes que los crematorios IV y V. Hubiera sido imposible introducir el gas en ellas.

Debido a la probada y enorme resistencia ambiental del pigmento llamado azul de Prusia, los escasos restos de cianuro en las supuestas “cámaras de gas”, que son demostrables in situ, pero que no son reproducibles, no pueden ser explicadas sobre la base de residuos remanentes de un proceso de desintegración, ya que aún en el exterior del ala de desinfección, sometido a la intemperie, grandes cantidades de cianuro pueden ser encontradas aún hoy. Hacia el final del período de operación de las instalaciones, por lo tanto, el contenido de cianuro debe haber estado presente en el mismo orden de magnitud que hoy, como también en las áreas que nunca estuvieron expuestas a la intemperie. Pero los valores de cianuro de las áreas protegidas en las supuestas “cámaras de gas” homicidas son sólo tan bajas como en los lugares expuestos a la intemperie. Por lo tanto, la intemperie realmente no ha disminuido la concentración de estos escasos restos. Los bajos valores de cianuro no pueden ser explicados por la fumigación de los edificios para desinfectarlos, como fue postulado por Leuchter, ya que aquella fumigación hubiera probablemente dejado mayores cantidades de cianuro en los húmedos sótanos de los crematorios II y III. Los valores de cianuro de las supuestas “cámaras de gas” homicidas se sitúan en el mismo orden de magnitud que los resultados, entre otros, de las muestras tomadas por mí mismo de partes de otros edificios (sistema de desinfección mediante aire caliente del Edificio 5a, las barracas de los internos, el baño del crematorio I). Estos valores, sin embargo, se sitúan demasiado cerca del umbral de detección por lo que no está clara la significación que se les puede atribuir, más importante debido a su falta de reproducibilidad. Desde una perspectiva panorámica, uno puede concluir con seguridad que no es posible encontrar residuos de cianuro capaces de ser interpretados en las paredes de las supuestas “cámaras de gas” homicidas.
Fue posible mostrar que, bajo las condiciones de los gaseamientos masivos informados por testigos oculares en las supuestas “cámaras de gas” de los crematorios II a V, los residuos de cianuro habrían sido encontrados en cantidades similares, tiñendo las paredes de azul, como las que pueden ser encontradas en el ala de desinfección del edificio 5a/b. Como no fueron encontradas cantidades significativas de cianuro en la supuesta “cámara de gas” homicida, uno puede concluir que estas instalaciones estuvieron expuestas a similares condiciones que las otras instalaciones mencionadas más arriba (sistema de desinfección mediante aire caliente, las barracas de los internos, el baño del crematorio I), es decir, que muy probablemente estas nunca estuvieron expuestas al ácido cianhídrico.


Conclusiones Finales

A. Química

A: La investigación de la formación y estabilidad de los restos de cianuro en las obras de albañilería de las estructuras indicadas así como la interpretación de los resultados analíticos de las muestras de material de construcción tomadas de estas estructuras en Auschwitz muestran que:

La reacción del cianuro en las obras de albañilería produce el pigmento azul de Prusia, que es estable por períodos de muchos siglos. Se desintegra en la misma escala de tiempo que la misma albañilería. Por lo tanto, los restos de cianuro serían detectables hoy en concentraciones casi indisminuídas, a pesar de los efectos del clima. Las paredes exteriores de las cámaras de despiojamiento BW 5a/b en Birkenau, que son vivamente azules y contienen altas concentraciones de cianuro, son evidencia de eso.

Bajo las condiciones físicamente posibles del gaseamiento masivo de humanos con ácido cianhídrico, los restos de cianuro deben encontrarse en el mismo rango de concentración en las salas en cuestión como las que se encuentran en las estructuras de desinfección, y la resultante decoloración azul de las paredes estarían del mismo modo presentes.

En las paredes de las supuestas “cámaras de gas” las concentraciones de cianuro remanente no son mayores que en cualquier otro edificio tomado aleatoriamente.



Conclusión a A:

En el campo físico-químico, los gaseamientos masivos con ácido cianhídrico (Zyklon B) en las supuestas “cámaras de gas” de Auschwitz afirmadas por testigos no tuvieron lugar.


B: Tecnología de construcción

La investigación de los acontecimientos de los supuestos gaseamientos masivos en las salas indicadas afirmadas por los testigos, desde un punto de vista técnico y práctico, incluyendo el análisis físico-químico, muestra que:

La extensa documentación sobre el campo de Auschwitz no contiene una sola referencia a las “cámaras de gas” para ejecuciones; esto refuta tales sospechas.

Las supuestas cámaras de gas principales de Auschwitz: la sala de la morgue del crematorio en el campo principal y los sótanos de la morgue I (“cámaras de gas”) de los crematorios II y III, no tienen ningún medio para la introducción de mezclas de gas venenoso. Los agujeros en los techos visibles hoy fueron hechos después de la guerra, y todas las otras grietas existentes son el resultado de la destrucción del edifico al final de la guerra.

La liberación de cantidades letales de ácido cianhídrico desde el vehículo del Zyklon B requiere muchos múltiplos del tiempo afirmado; la duración real toma varias horas.

El suministro de la ventilación necesaria para las supuestas “cámaras de gas” de los crematorios II y III habría tomado muchas horas, contrariamente a todos los testimonios.

Hubiera sido imposible proveer una ventilación efectiva de las supuestas “cámaras de gas” de los crematorios IV o V o de las granjas I y II. Los cadáveres no podrían haber sido retirados desde las salas por el Sonderkommando sin ropas protectoras y el uso de máscaras antigás con filtros especiales.

Conclusión a B:

Los procedimientos de gaseamiento masivo como los que han dado fe los testigos durante los interrogatorios ante varios tribunales, como se cita en los veredictos judiciales, y como se describe en las publicaciones científicas y literarias, en cualquier edificio de Auschwitz, son inconsistentes con la evidencia documental, las necesidades técnicas y la ley científica natural.




German Rudolf, químico certificado, en el exilio, el 13 de Septiembre de 2002.


Declaración

El autor de este informe sólo puede referirse a los testimonios de testigos oculares y documentos existentes, los que son la única base del punto de vista generalizado en las materias tratadas aquí.

No obstante, si llegara a ser prevaleciente la convicción que los testigos oculares se equivocaron en sus correspondientes testimonios, entonces un experto sólo puede confirmar que no hay base alguna sobre la cual redactar una opinión experta, y, en la opinión de este autor, nunca habrá ninguna base sobre la cual podrían basarse fallos judiciales, un método de historiografía establecido por una ley en lo criminal, o el procesamiento criminal de ciertas declaraciones.

viernes, enero 16, 2009

LA MENTIRA COMO VÍA DE SANTIDAD


Supongamos que, en un remoto pasado, los dirigentes de un pueblo en particular, por las razones que sea, decidieran aseverar, contra los usos y costumbres de entonces, que existe un solo dios en el universo. Y supongamos que, además, ese dios único estableciera una alianza con un único pueblo, merced a algún mérito que no interesa exponer, prefiriéndolo a todos los demás.

Aunque las hipótesis mostradas son intrínsecamente absurdas, supongamos que los niños de ese pueblo, desde su más tierna infancia, antes de la aparición de algún espíritu de crítica, fueran adoctrinados con tamañas sandeces. Y así fuera generación tras generación, por miles de años.

¿Cómo vería el mundo un hombre de ese pueblo? ¿Cuál sería su Weltanschauung? ¿Cuál sería su moral?

Evidentemente, todos aquellos que no pertenecieran a su pueblo formarían una subhumanidad, algo intermedio entre el hombre y las bestias, o una extensión de las bestias hacia la humanidad.

¿Sería lícito que los subhumanos tuvieran los mismos derechos (a la vida, a la libertad, a no ser asesinados en cualquier momento, en cualquier lugar, a educarse, a tener salud) que los humanos?

Se deduce que no. De lo contrario habría que concederles “derechos civiles” (como dicen los estadounidenses) a vacas, caballos, burros, buitres.

¿Sería ilícito mentir para cubrir las acciones infames realizadas contra los subhumanos por los miembros de un pueblo elegido por el único dios del universo?

Ciertamente.

Hoy, 15 de enero, el ejército de la entidad sionista atacó en Gaza un hospital con 500 pacientes, una escuela y unas instalaciones de las Naciones Unidas, que en sus bodegas tenía ayuda humanitaria. El gobierno judío denunció que habían sido atacados por Hamas desde las instalaciones de la ONU.

Cito un artículo premonitorio, del renombrado periodista británico Robert Fisk, especialista en Oriente Medio y Oriente Próximo, de su artículo del 7 de enero (Ref:
http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/fisk/robert-fisk-why-do-they-hate-the-west-so-much-we-will-ask-1230046.html):

Una vez más, Israel ha abierto las puertas del infierno a los palestinos. Cuarenta refugiados civiles muertos en una escuela de las Naciones Unidas, tres más en otra. No está mal para una noche de trabajo en Gaza para el ejército que cree en la “pureza de las armas”. Pero, ¿por qué podríamos sorprendernos?

¿Hemos olvidado los 17.500 muertos —casi todos civiles, la mayoría de ellos niños y mujeres— en la invasión israelí de Líbano en 1982; los 1.700 civiles palestinos muertos en la masacre de Sabra y Chatila; la masacre en Qana, en 1996, de 106 refugiados civiles libaneses, más de la mitad de ellos niños, en una base de las Naciones Unidas; la masacre de los refugiados de Marwahin que fue ordenada en 2006 por israelíes, sentados en sus hogares, y ejecutada por la tripulación de un helicóptero israelí; los 1.000 muertos del bombardeo e invasión de Líbano, también en 2006, casi todos ellos civiles?

He reporteado las excusas que ejército israelí ha planteado en el pasado para estos ultrajes. Ya que ellas pudieran ser recalentadas en las próximas horas, aquí están algunas: que los palestinos mataron a sus propios refugiados, que los palestinos desenterraron cadáveres en cementerios y los dejaron en las ruinas, que finalmente los palestinos son culpables por apoyar un grupo armado o porque palestinos armados usan deliberadamente a los refugiados inocentes como “escudos humanos”.

La masacre de Sabra y Chatila fue cometida por los falangistas libaneses derechistas, aliados de Israel, como reveló la propia comisión investigadora israelí, mientras las tropas israelíes observaron todo durante 48 horas y no hicieron nada (…) Después de que la artillería israelí bombardeó la base de la ONU en Qana en 1996, los israelíes reclamaron que tiradores de Hizbollah estaban disparando desde esa base. Mentira. Los más de 1.000 muertos de 2006 —una guerra comenzada cuando Hizbollah capturó dos soldados israelíes en la frontera— fueron desestimados por Israel al afirmar que eran responsabilidad de Hizbollah. Israel alegó que los cuerpos de los niños muertos en la segunda masacre de Qana habían sido tomados de un cementerio. Otra mentira. La excusa de la masacre de Marwahin nunca se presentó. A los habitantes del pueblo se les ordenó evacuarlo, obedeciendo órdenes israelíes y luego fueron atacados por un cañonero israelí. Los refugiados y sus niños se quedaron alrededor del camión en que viajaban, los pilotos israelíes podían ver que eran inocentes. Entonces el helicóptero israelí los aniquiló, disparando desde corta distancia. Sólo dos sobrevivieron. Israel aún no se disculpa.

Doce años antes, otro helicóptero israelí atacó una ambulancia que llevaba civiles de una aldea vecina, una vez más atacaron, después que se les ordenó salir de Israel, matando a tres niños y dos mujeres. Los israelíes afirmaron que un combatiente de Hizbollah estaba en la ambulancia. No era verdad. Yo cubrí todas estas atrocidades, las investigué todas, hablé con los sobrevivientes. Luego les conté a mis colegas. Nuestro destino, por supuesto, fue ser acusados de la peor difamación: fuimos acusados de ser antisemitas.

Y escribo lo siguiente sin la más mínima duda: escucharemos todas estas falsedades otra vez. Tendremos la mentira de la “culpabilidad de Hamas” (el Cielo sabe que tenemos suficiente para culparlos sin agregar este crimen), y podríamos tener también la mentira de los “cadáveres llevados desde el cementerio” y tendremos casi con certeza la mentira de “Hamas estaba en la escuela de la ONU” y tendremos, por fin, la mentira del antisemitismo.

Hasta aquí parte del artículo premonitorio de Fisk, que no explica el por qué del uso obsesivo de la mentira.

La megalomanía monstruosa de unos pocos, servidores fieles de un monstruo megalómano, hoy tiñe de rojo las calles, las ruinas, las escuelas, los hospitales de Gaza.

Venezuela y Bolivia han expulsado a los embajadores de la entidad sionista en Caracas y La Paz. ¿Habrán ingresado estos países en el “Eje del Mal”? ¿Veremos los Merkava aniquilando civiles en La Guaira y a los helicópteros Apache lanzando misiles contra escuelas en Cochabamba?

Entretanto, la mentira se transforma en verdad oficial, y con el paso del tiempo, en verdad legal, defendida por una serie de leyes ilegítimas, como ocurre en algunos países de Europa con la mentira de los “seis millones” de “el Holocausto”. La mentira se transforma en una vía de santidad, un camino para llegar hasta el Único, el neurótico Yahvéh.

¿Cuán profundamente pueden enclavarse las raíces de la locura en un hombre, en un pueblo, en el mundo entero? ¿Cuál es la lógica que hace que el mundo deba girar al ritmo impuesto por una ínfima minoría?

Uno podría estar tentado de pensar que es cierto el cuento del único dios y de su alianza con su único pueblo predilecto.

Hoffmann

martes, enero 06, 2009

La víctima propiciatoria de Jahvé el asesino


Hace tiempo que no escribo, la abulia y el desánimo habían hecho presa en mí, ¿para qué escribir, a quién contar la verdad? Pero días han pasado desde que la bestia sionista se abalanzó sobre el pueblo de Palestina y sigue derramando sangre ante la mirada impávida del mundo idiotizado, cobarde, cómplice e inerme ante la escena del perro cebándose en la sangre de niños e inocentes. El momento ha llegado en que ya nadie puede permanecer indiferente, nadie puede seguir pensando que todo es igual.

¿Terroristas se atreven a llamar a los palestinos? ¡Pero qué se creen esos bastardos mentirosos, asesinos!

Pueden contarle eso a la gente idiotizada con modernidad, tecnología, economía, hedonismo, etc. Pero no a nosotros.

Los que desgarran vestiduras porque caen misiles en sus centros comerciales, en sus bancos y restaurantes de lujos, no cuentan que esos bellos edificios se edificaron encima de los cadáveres de palestinos.

¿Ya nadie recuerda que cuando se dividió arbitrariamente la Palestina, los palestinos tuvieron que huir víctimas de los grupos terroristas como Etzel (Irgún) o Stern, que barrieron con los poblados?

Recuerdo los relatos de los abuelos de cómo estos grupos pasaban a cuchillo a niños y ancianos, de cómo violaban a las mujeres hasta matarlas, de cómo a las mujeres embarazadas les abrían el vientre y degollaban a los fetos sobre sus madres moribundas.

¿Nadie recuerda la matanza de Deir Yassin? Aunque claro, hay judíos que se han atrevido a negarla. ¿Dónde están entonces las ligas antidifamación? Acaso no es negar Deir Yassin una afrenta a los muertos y está penado por la ley en muchos países “civilizados”?

¿Dónde están las organizaciones internacionales? ¿Dónde los Human Rights? ¿Dónde está Admistía Internacional? ¡No veo los conciertos, no veo a Sting o Madonna cantando por los derechos de los palestinos!

Es muy fácil erigir un estado sobre los cadáveres de otros y después pasearse por calles lujosas pensando que nada ha ocurrido. Pero, ¿quiénes son aquellos a quienes hoy llaman terroristas?

Son los niños criados en campos de refugiados, a quienes se les robó su niñez, a quienes les destruyeron sus casas y sus familias, criados como animales en la ignorancia, el hambre, las enfermedades y siempre rodeados por la muerte que el sionismo representa.

¡¡¡Y hoy, los mismos torturadores quieren que esos niños de ayer vengan a hablar “civilizadamente”!!!


Seamos francos, es ceguera histórica llamar terroristas a los grupos palestinos de resistencia. ¿Fueron entonces los sicarios de Masada terroristas porque atacaron guarniciones romanas? ¿Eran los galos terroristas porque atacaban caravanas y poblados romanos? Los poderes fácticos (esos mismos que nos tienen con un alma en un hilo por la crisis económica que “nadie sabe de dónde vino”), jamás permitirán una Palestina libre, cuando mucho un gobierno títere. Pero si la Palestina llegara por algún milagro a liberarse, entonces los hoy llamados terroristas serían llamados héroes y habría monumentos al niño palestino que enfrenta armado sólo con una piedra al tanque del invasor.

Por otro lado los palestinos son culpables, sí culpables de haber estado del lado de Alemania en la Gran Guerra. La amistad del Gran Mufti de Jerusalem con Hitler es otra de las verdaderas causas del odio a muerte.

Pero más que todo la verdadera causa de todo es el dios judío, Jahvé el vampiro, aquél que sólo está contento con sangre. Por eso el ataque se desarrolló en la Hannuka, la “Fiestas de las Luces”. ¡Qué mejor que ver las luces de las bombas que hacen saltar en pedazos los cuerpos de los enemigos odiados!

Esta vez no habrá imágenes ni fotos de cuerpos destrozados como publiqué durante el ataque al Líbano. No, eso sólo alimenta la morbosidad de los idiotas que permiten todo esto sin hacer nada. Esta vez maldigo en nombre de todos los dioses, a todos aquellos que permiten la masacre porque están demasiado preocupados de la fiesta, del negocio, llenos de egoísmo y centrados en la podredumbre de su alma vacía. A ellos les deseo que el Enemigo de los Pueblos, un día llegue hasta sus hogares y los destruya sin piedad.

A la bestia le advierto que este festín de sangre tiene magia, pero que la sangre no sólo se eleva hasta su dios, también es advertido por otros poderes; y cuando la víctima ya no pueda más, cuando el dolor sea infinito, cuando la desgracia parezca inevitable, un poder superior se levantará. Y yo marcharé en la primera línea.


Recordemos que en el libro bíblico de los Números, Dios ordena a Moisés el caudillo del pueblo israelita, lo siguiente:
"MANDA A LOS HIJOS DE ISRAEL, Y DILES: CUANDO HUBIEREIS PASADO EL JORDÁN ENTRANDO EN LA TIERRA DE CHANAAN DESTRUID A TODOS LOS MORADORES DE AQUELLA TIERRA: QUEBRAD LOS TÍTULOS Y DESMENUZAD LAS ESTATUAS, Y ASOLAD TODOS LOS ALTOS, LIMPIANDO LA TIERRA, PARA HABITAR EN ELLA. PORQUE YO OS LA HE DADO EN POSESIÓN. LA QUE REPARTIRÉIS POR SUERTE. A LOS MAS DARÉIS LA MAS ANCHA, Y A LOS MENOS LA MAS ANGOSTA. A CADA UNO COMO LE CAYERE LA SUERTE, ASI LE SERA DADA SU HEREDAD. POR TRIBUS Y FAMILIAS SE DIVIDIRÁ LA POSESIÓN".


A continuación el antiguo testamento de la Biblia, Dios dice a los israelitas:


"Mas si no quisiereis matar a los moradores de la tierra: los que quedaren, serán para vosotros como clavos en los ojos, lanzas en los costados, y se os pondrán en la tierra de vuestra morada. Y todo lo que tenia pensado hacer con ellos haré con vosotros".


Después cuando los israelitas al mando de Moisés se lanzaron a la conquista del reino de Hesebón, indica el Antiguo Testamento de la Biblia, que Dios dijo a Moisés:


"Y díjome el Señor: He aquí que he comenzado a entregarte a Sehón y su tierra, comienza a poseerla. y tomamos en aquel tiempo todas sus ciudades, quitando la vida a sus moradores, hombres y mujeres y niños. Nada dejamos en ellas. Salvo las bestias que vinieron a poder de los saqueadores: y los despojos de las ciudades que tomamos".


Welsung

Ardor


Celo: palabra que se deriva del latín zēlus, (ardor, celo), y este del griego ζῆλος, derivado de ζεῖν, hervir). Significa:

1. m. Cuidado, diligencia, esmero que alguien pone al hacer algo.

2. m. Interés extremado y activo que alguien siente por una causa o por una persona.

En árabe se dice hamas, que también es el acrónimo de Harakat al-Muqawima al-Islamiyya (Movimiento de Resistencia Islámica).

Hamas es descrito por la propaganda sionista como un grupo terrorista. Si Gaza fuera un Estado independiente, estaría en el primer lugar del surrealista “Eje del Mal”, proclamado hace algunos años por el peor presidente de Estados Unidos.

Sin embargo, Hamas es mucho más que un grupo paramilitar. Nacida en la primera Intifada, en 1987, como miembro de la Hermandad Musulmana, crea y administra mezquitas, escuelas, hospitales y programas sociales. También posee un ala militar, dividida en dos grupos principales: (1) Al-Majahadoun Al-Falestinioun (Sagrados Combatientes Palestinos), responsables de ataques a blancos sionistas en el norte de la franja de Gaza, realizados principalmente por los pelotones Izz al-Din al-Qassam; y (2) Jehaz Aman (Sección de Seguridad), encargada de identificar y castigar a los palestinos acusados de colaborar con los sionistas.

Estas actividades, en especial las de educación, salud y asistencia social, han significado el apoyo de la mayoría de la población palestina de los territorios ocupados, desafiando la manejable Autoridad Nacional Palestina.

Después de muchos meses de bloqueo militar, la entidad sionista (llamada comúnmente “Estado de Israel”) comenzó el 27 de Diciembre de 2008 a atacar la franja de Gaza. Después de una semana de bombardeos, invadió el reducido territorio. Es verdad lo que dice la prensa controlada por el sionismo: Hamas ha lanzado cohetes contra territorio israelí así como Israel ha lanzado bombas sobre territorio palestino. Es verdad lo que dicen los comentaristas internacionales: han muerto civiles judíos y civiles palestinos.

Lo que no se dice abiertamente es que por cada víctima civil judía hay cien víctimas civiles palestinas (http://english.aljazeera.net/news/middleeast/2009/01/2009157474464964.html).

La propaganda de guerra, la misma propaganda que ha establecido el espejismo de los seis millones del “Holocausto”, muestra a ambos rivales como equivalentes.

No lo son, ni económica, ni militar ni moralmente. Algunos israelíes también lo saben (http://www.haaretz.com/hasen/spages/1050459.html).

Los teóricos del exterminio hicieron sus cálculos en 1914, al comienzo de la primera guerra mundial. Sus conclusiones fueron las siguientes: si los Aliados estaban dispuestos a perder tres soldados por cada dos soldados alemanes muertos, llegaría el momento que los Aliados ya no tendrían enemigos al frente y ganarían la guerra. Sin embargo, el ingenio humano, el ingenio nacido de la desesperación por sobrevivir, demostró que las conclusiones de los “expertos” eran falsas. Contra las bombas y las ametralladoras, los alemanes emplearon palas y alambres de púas, manteniendo la resistencia disciplinadamente durante años, hasta que fueron finalmente traicionados por los judeobolcheviques, que complotaban en el interior del país.

La misma lógica genocida se observa hoy. “Algo” impulsa a la dirigencia del la entidad sionista a provocar derramamiento de sangre mediante un ataque desproporcionado y cobarde contra un territorio ínfimo, en el que sobreviven en condiciones subhumanas un millón y medio de niños, mujeres y hombres. “Algo” paraliza a los gobiernos de países árabes, algunos de ellos opulentos y con arsenales militares de primer nivel, permitiendo que la sangre árabe siga regando la tierra palestina. ¿Serán los 200 misiles con cabeza nuclear que posee la entidad sionista o sólo es el dinero?

Sin embargo, hace dos años y medio también el “mejor ejército del mundo” invadió un pequeño país vecino para erradicar un “grupo terrorista”. Hezbollah tuvo muchos muertos, es cierto, pero aniquiló el mito de la invencibilidad del ejército judío, que finalmente tuvo que retirarse, y de paso hizo caer el gobierno de la entidad sionista. Hoy Hezbollah es más fuerte que antes de la invasión, realizada bajo la falsa apariencia del rescate del “soldado Ryan judío”, Eldad Regev.

La desaparición de la entidad sionista está anunciada. No se producirá por acciones militares; sólo es asunto de tiempo. El crecimiento de la población palestina y el crecimiento incontrolable de su fe (el arma secreta de su arsenal) proyectan ese hecho futuro inevitable, frente a la pérdida de fe y de la tasa de natalidad de la población judía, ella misma afectada por la decadencia que conlleva el hedonismo de la sociedad de consumo y del entretenimiento. Hoy los judíos no tienen empacho en comer carne de cerdo, en medio de un asado, al día siguiente de realizar el Bar Mitzvá de sus hijos.

Cuando los malls y los resorts israelíes vean amenazado su lujo, edificado con el dinero de los “contribuyentes estadounidenses” y de los alemanes (las exorbitantes “reparaciones de guerra” a un Estado inexistente durante la segunda guerra mundial), cuando el israeli way of life no sea tan placentero, los eternos emigrantes tomarán otra vez sus maletas y se irán a otro sitio más pacífico, más civilizado, de mayor estatus. Tal vez fue una lástima que Yahvé se haya aparecido en la yerma Palestina, para proclamar la “tierra prometida”, en vez de hacerlo en la soleada California o en algún paraíso caribeño.

La desesperada alternativa sionista a esta nueva emigración es el exterminio completo de los palestinos. La historia ha demostrado que esa alternativa es imposible. El hombre sigue siendo más fuerte que las balas, aunque el precio pagado, esa sangre que complace tanto a “Algo”, sea muy alto.

Mientras tanto, Palestina hierve, arde. Ojalá que ese ardor (Hamas) nunca se extinga.


Hoffmann

lunes, octubre 20, 2008

La Religión Secular de “El Holocausto”: Un Producto Descompuesto de la Sociedad de Consumo.




La religión de “el Holocausto” es una religión secular: ella pertenece al mundo laico; es profana. En realidad, ella tiene a su disposición el brazo secular, que es una autoridad temporal con terrible poder. Ella tiene sus dogmas, sus mandamientos, sus decretos, sus profetas y sus sacerdotes supremos. Como un revisionista ha observado, ella tiene su círculo de santos, masculinos y femeninos, entre quienes están, por ejemplo, Santa Ana (Frank), San Simón (Wiesenthal) y San Elie (Wiesel). Tiene sus lugares santos, sus rituales y sus peregrinajes. Tiene sus edificios sagrados (y macabros) y sus reliquias (en la forma de pastillas de jabón, zapatos, cepillos de dientes…). Tiene sus mártires, sus héroes, sus milagros y sus milagrosos sobrevivientes (por millones), su leyenda dorada y sus justos. Auschwitz es su Gólgota. Para ella, Dios se llama Yahvé, protector de su pueblo elegido, quien, como se dice en uno de los salmos de David (el número 120), invocado recientemente por una fiscal, Anne de Fontette, durante el proceso en París a un revisionista francés, castiga los “labios mentirosos” (mediante el envío de “filosas flechas del Poderoso, con brasas de enebro”). Para esta religión, Satanás se llama Hitler, condenado, como Jesús en el Talmud, a recocerse en excremento por la eternidad. Esta religión no conoce la piedad, ni el perdón, ni la clemencia sino sólo el deber de la venganza. Ella amasa fortunas a través del chantaje y la extorsión, y obtiene privilegios inauditos. Ella dicta su ley a las naciones. Su corazón late en Jerusalén, en el monumento Yad Vashem, en una tierra despojada a sus nativos; en la protección de un muro de 8 metros de alto, construido para proteger a un pueblo que es la sal de la tierra. Los compañeros en la fe de “el Holocausto” gobiernan a los goim con un sistema que es la más pura expresión del militarismo, del racismo y del colonialismo.


Una Religión Completamente Reciente cuyo Crecimiento ha sido Meteórico

Aunque es largamente una encarnación de la religión hebrea, la nueva religión es completamente reciente y ha exhibido un crecimiento meteórico. Para el historiador, el fenómeno es excepcional. Siendo más frecuentemente considerada una religión de visión universal, tiene sus orígenes en épocas remotas y oscuras, un hecho que hace que la tarea de historiadores de ideas e instituciones religiosas sea bastante ardua. Sin embargo, por fortuna para este tipo de historiador, en el espacio de cincuenta y tantos años (1945-2000), justo ante nuestros ojos, una nueva religión, la de “el Holocausto”, ha llegado súbitamente a existir y ha procedido a desarrollarse con velocidad asombrosa, extendiéndose casi por todas partes. Ella ha conquistado Occidente e intenta imponerse en el resto del mundo. Cualquier investigador interesado en el fenómeno histórico consistente en el nacimiento, vida y muerte de las religiones, está obligado, por lo tanto, a tomar la ocasión así ofrecida para estudiar desde cerca el nacimiento y la vida de esta nueva religión, para luego calcular sus posibilidades de supervivencia y la posibilidad de su derrumbe. Cualquier especialista en guerras, teniendo cuidado ante los indicios de una conflagración venidera, debería estudiar los riesgos de una cruzada belicosa tal como la que nos acarrearía esta religión de conquista.


Una Religión que Abraza el Consumismo

Como una regla, la sociedad de consumo coloca a las religiones e ideologías en dificultades o en peligro. Cada año, el crecimiento tanto de la producción industrial como de la actividad de negocios crea en la mente de la gente nuevas necesidades y deseos, algunos verdaderamente concretos, disminuyendo absolutamente su ansia o sus aspiraciones hacia un ideal, factores de los que se alimentan las religiones e ideologías. Junto a esto, el progreso del pensamiento científico hace a la gente más y más escéptica a la veracidad de los relatos de las religiones y a las promesas que ellas les entregan. Paradojalmente, la única religión que prospera hoy es la de “el Holocausto”, que rige en forma suprema, por así decirlo, y que tiene sus escépticos, abiertamente activos, los que son separados del resto de la humanidad: ella los tilda de “negadores”, mientras que ellos se llaman a sí mismos “revisionistas”.

En estos días, las ideas de patria, nacionalismo o raza, así como aquellas de comunismo o aún de socialismo, están en crisis o aún en vías de extinción. Igualmente están en crisis las religiones del mundo occidental, incluyendo la religión judía, y lo mismo pasa, pero de una manera poco visible, con las religiones no occidentales, ellas mismas enfrontadas a la fuerza de atracción del consumismo. Contra lo que uno podría pensar, la religión musulmana no es una excepción: el bazar atrae mayores masas que la mezquita y, en ciertos reinos petrolíferos y ricos, el consumismo en sus formas más extravagantes asume una pose aún más insolente, desafiando las reglas de vida que dicta el Islam.

El catolicismo romano, por su parte, sufre de anemia: usando una frase de Céline, ha llegado a estar “cristianémico”. Entre los católicos a los que Benedicto XVI se dirige, ¿cuántos aún creen en la virginidad de María, los milagros de Jesús, la resurrección física de los muertos, la vida eterna, el Cielo, el Purgatorio y el Infierno? Lo que los hombres de la Iglesia dicen se limita usualmente a sacar a relucir la frase “Dios es amor”. Las religiones protestantes, y aquellas parecidas a esas, se diluyen, junto con sus doctrinas, en una infinidad de sectas y variantes. La religión judía vigila a sus miembros, más y más reacios a observar sus muy peculiares reglas y prohibiciones, abandonando la sinagoga y, en cada vez más grandes números, casándose fuera de la comunidad.

Pero, mientras que las creencias o convicciones occidentales han perdido mucho de su esencia, la fe en “el Holocausto” se ha fortalecido; ha terminado de crear un enlace —una religión, de acuerdo a la etimología común de todos modos, es un enlace (religat religio)— que posibilita a comunidades y naciones dispares tomar parte de una fe común. En resumen, cristianos y judíos hoy cooperan cordialmente en propagar la fe holocáustica. Aún un buen número de agnósticos o ateos pueden ser vistos poniéndose en fila con entusiasmo bajo la bandera del “Holocausto”. “Auschwitz” está logrando la unión de todos.

El hecho es que esta nueva religión, nacida en la época donde el consumismo se expandió rápidamente, lleva todos los sellos del consumismo. Ella tiene su vigor, astucia e inventiva. Ella explota todos los recursos del marketing y las comunicaciones. Los más ruines productos del Shoah Business son sólo los efectos secundarios de una religión que, intrínsecamente, es ella misma una mentira pura. Desde unos pocos retazos de una realidad histórica dada, cosas que fueron, después de todo, lugares comunes en épocas de guerra (como la internación de una buena parte de los judíos europeos en guetos o campamentos), sus promotores han construido una impostura histórica gigantesca: la impostura, dicho de una buena vez, del supuesto exterminio de los judíos de Europa, de campamentos supuestamente equipados con cámaras de gas homicidas y, finalmente, de supuestos seis millones de víctimas judías.


Una Religión que Parece Haber Encontrado la Solución del Problema Judío

A través de los milenios, los judíos, al principio generalmente bien recibidos en las tierras que los han alojado, han terminado despertando un fenómeno de rechazo que ha conducido a su expulsión. Generalmente, después de salir por una puerta, ellos han reingresado a esos territorios a través de otra puerta. En varios países de Europa continental, a fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, el fenómeno se manifestó otra vez. “El problema judío” fue formulado especialmente en Rusia, Polonia, Rumania, Austria-Hungría, Alemania y Francia. Todos, comenzando con los mismos judíos, entonces se pusieron a buscar “una solución” a este “problema judío”. Para los sionistas, largamente una minoría entre sus correligionarios, la solución sólo podría ser territorial. El punto a resolver era encontrar, con el acuerdo de los poderes imperiales, un territorio en el que los colonos judíos pudieran establecerse. Esta colonia podría localizarse, por ejemplo, en Palestina, Madagascar, Uganda, América del Sur, Siberia,… Polonia y Francia concibieron la solución de Madagascar mientras que la Unión Soviética creaba al sur de Siberia el sector judío autónomo de Birobiyán. Esto también fue analizado por la Alemania nacionalsocialista, que estudió la posibilidad de establecer a los judíos en Palestina pero que, desde 1937, comprobó la naturaleza no realista de la idea y el gran mal que tal proyecto implicaría a los palestinos. Subsiguientemente el Tercer Reich quiso crear una colonia judía en un sector de Polonia (la Judenreservat de Nisko, al sur de Lublin), luego, en su turno, en 1940, consideró seriamente crear una colonia en Madagascar (el Madagascar Projekt). Dos años más tarde, acosada por las necesidades de una guerra emprendida en tierra, mar y aire y atareada en enfrentar más y más peligros relacionados con salvar las ciudades alemanas de un diluvio de fuego, salvaguardar la propia vida de su pueblo, mantener la economía de todo el continente en marcha, un continente muy pobre en materias primas, el canciller Hitler dio a conocer a su séquito, en la presencia del ministro del Reich y jefe de la Cancillería del Reich Hans-Heinrich Lammers, que él intentaba “aplazar la solución del problema judío hasta después de la guerra”. Constituyendo los judíos una población necesariamente hostil a Alemania durante la guerra, estos —en cualquier caso una gran porción de esa población— tenían que ser deportados e internados. Aquellos capaces de trabajar fueron obligados a hacerlo, los demás fueron confinados en campos de concentración o campos de tránsito. Nunca Hitler deseó ni autorizó la masacre de judíos y sus tribunales militares llegaron tan lejos como a sentenciar con pena de muerte, aún en territorio soviético, a soldados encontrados culpables de excesos contra judíos. Nunca el Estado alemán concibió nada más que, en lo concerniente a los judíos, “una solución territorial final del problema judío” (eine territoriale Endlösung der Judenfrage) y ello muestra toda la deshonestidad de nuestros historiadores ortodoxos al aludir incesantemente a “la solución final del problema judío”, evadiendo deliberadamente el adjetivo “territorial”, tan importante aquí. Hasta el final de la guerra, Alemania mantuvo la oferta de entregar judíos internados a los Aliados occidentales, pero con la condición de que ellos debían permanecer en Gran Bretaña, por ejemplo, y no invadir Palestina para atormentar “al noble y valiente pueblo árabe”. No hubo nada excepcional en el destino de los judíos europeos dentro de la hoguera general de la guerra. Esto habría merecido sólo una mención en el gran libro de la historia de la Segunda Guerra Mundial. Uno podría, por lo tanto, quedar completamente asombrado, y con razón, porque hoy podría considerarse que la característica esencial de aquella guerra fue el destino de los judíos.

Después de la guerra, fue en la tierra de Palestina y en detrimento de los palestinos que los partidarios de la religión de “el Holocausto” encontraron —o creen que encontraron— la solución territorial final del problema judío.


Una Religión que, Previamente, Andaba a Tientas Junto a sus Métodos de Venta (La Retractación de Raul Hilberg)

Sugiero que los psicólogos se encarguen de redactar una historia de la nueva religión mediante el examen de las extremadamente variadas técnicas con las que este “producto” fue creado, lanzado y vendido durante los años 1945-2000. Ellos podrían medir así la distancia existente entre los procedimientos, con frecuencia torpes de los comienzos y la sofisticación final, de los embalajes diseñados por los spin doctors (personas que se inclinan favorablemente artículos o políticas impopulares en nombre de una tendencia política N. del T.), los expertos de nariz ganchuda de nuestros días para sus presentaciones de “el Holocausto”, de ahora en adelante un producto de consumo masivo obligatorio y kosher.

En 1961, Raul Hilberg, el primero de los historiadores de “el Holocausto”, el “Papa” de la ciencia exterminacionista, publicó la primera versión de su mayor obra, “The Destruction of the European Jews” (“La Destrucción de los Judíos Europeos”). Él expresó de manera doctoral la siguiente tesis: Hitler había dado órdenes para realizar una masacre organizada de los judíos y ello fue explicado de alguna manera para cumplir esas órdenes. Esta manera de mostrar la mercadería habría de terminar en un fiasco. Con los revisionistas pidiendo ver las órdenes de Hitler, Hilberg se vio obligado a admitir que estas nunca habían existido. Desde 1982 a 1985, bajo la presión de los mismos revisionistas pidiendo ver las mágicas cámaras de gas homicidas como una realidad técnica, él debió revisar su presentación del producto holocáustico. En 1985, en la edición “revisada y definitiva” del mismo libro, en vez de hablar desde una postura asertiva y seca con el lector-cliente, buscó rodearlo con todo tipo de frases alambicadas, apelando a un supuesto gusto por los misterios de la parapsicología o lo paranormal. Expuso la historia de la destrucción de los judíos europeos sin, al menos, plantear la existencia de orden alguna, de Hitler o de algún otro, de exterminar a dichos judíos. Explicó todo aludiendo a un tipo de misterio diabólico a través del cual, espontáneamente, se les comunicó a los burócratas alemanes que debían asesinar hasta el último judío. “Incontables personas que tomaron decisiones en una extensa máquina burocrática” tomaron parte en la empresa de exterminio por la virtud de un “mecanismo”, y lo hicieron sin algún “plan básico” (p. 53); estos burócratas “crearon una atmósfera en la cual la palabra formal y escrita pudo ser abandonada gradualmente como modus operandi” (p. 54); hubo “entendimientos básicos de funcionarios que dieron como resultado decisiones que no necesitaron de órdenes o explicaciones”; “fue un asunto de espíritu, de comprensión mutua, de consonancia y sincronización”; “ningún departamento se encargó de la operación completa”; “ninguna organización única dirigió o coordinó el proceso completo” (p. 55). En breve, de acuerdo a Hilberg, el exterminio concertado tuvo lugar verdaderamente, pero no había posibilidad de demostrarlo en forma real con la ayuda de documentos específicos. Dos años antes, en Febrero de 1983, durante una conferencia en Avery Fischer Hall, Nueva York, él había presentado esta extraña y poco clara tesis como sigue: “Lo que comenzó en 1941 fue un proceso de destrucción no planificado de antemano, no organizado centralmente por ningún departamento. No hay un proyecto detallado y no hay un presupuesto para medidas destructivas. Ellas fueron tomadas paso a paso, un paso a la vez. Así ocurrió que no se trató del desarrollo de un plan, sino de una increíble conjunción de mentes, una lectura mental consensuada por una extensa burocracia”. En resumen, que el vasto proyecto de destrucción fue ejecutado mágicamente, por telepatía y por los trabajos diabólicos del genio burocrático “nazi”. Se puede decir que, con Hilberg, la ciencia histórica se transformó así en cabalista o religiosa.

Serge y Beate Klarsfeld, en la fase final de su actividad, buscaron iniciarse en el mismo camino de la ciencia fraudulenta cuando llamaron al farmacéutico francés Jean-Claude Pressac para ayudarlos. Por varios años el pobre Pressac se esforzó en vender el producto defectuoso en una forma seudocientífica pero, comprendiendo la impostura, en 1995 él dio un vuelco completo y admitió que, considerando todos los datos, el expediente de “el Holocausto” estaba “descompuesto” y sólo se ajustaba bien “para los basureros de la historia”; en sus propias palabras. Las noticias de este arrepentimiento fueron mantenidas ocultas por cinco años, emergiendo sólo en 2000 al final de un largo libro de Valérie Igounet, otra vendedora ambulante de la Shoah, titulado “Histoire du négationnisme en France” (“Historia del Negacionismo en Francia”), (Seuil, p. 652).


Una Religión que al Final ha Descubierto las Técnicas Actualizadas de Venta

Fue entonces que los spin doctors entraron en escena. Ya que el producto había llegado a ser sospechoso y los potenciales clientes comenzaban a hacer preguntas, la gerencia de la religión de “el Holocausto” tuvo que tomar otro rumbo y dejó de defender la mercadería con argumentos notoriamente científicos: su nueva propuesta sería una resueltamente “moderna”. Se decidió dedicar sólo el esfuerzo mínimo a una argumentación lógica y reemplazar la investigación seria con apelaciones a los sentimientos y a las emociones. En otras palabras, es hizo uso del arte: cine, teatro, novelas históricas, programas de televisión, relato de historias (el arte contemporáneo de relatar en conjunto o construir un “testimonio”), el circo de los medios, el diseño de escenarios en museos, ceremonias públicas, peregrinajes, veneración de (falsas) reliquias y (falsos) símbolos (cámaras de gas simbólicas, números simbólicos, testimonios simbólicos), invocaciones, música y aún kitsch, todo el asunto en correspondencia con las variadas formas de forzar a la gente a comprarlo, incluyendo varios tipos de amenazas. El cineasta Steven Spielberg, un especialista en ficción desaliñada y extraterrestre, ha llegado a ser el promotor de películas holocáusticas, así como del reparto fílmico de 50.000 testigos. Para vender mejor su producto defectuoso en el largo plazo, nuestros historiadores fraudulentos y los traficantes de chatarra han buscado y obtenido la “licencia” de la escuela primaria, con la que ellos instilan un gusto por “el Holocausto” en su clientela más joven: ella, que se encuentra en los años más tempranos en los que los gustos son adquiridos, es adiestrada para hacer lo necesario para que, más tarde, el cliente se sienta fuertemente ser atraído a la mercancía: demandará para sí lo que disfrutó cuando niño, sea esto dulce o veneno. Así se ha llegado a que nadie podría preocuparse más de la historia: todo sirve a la sola causa de un cierto Recuerdo, que es una mezcolanza de leyendas y calumnias que dan al público el placer de sentirse bien y justos, prestos a cantar las virtudes del pobre judío y a maldecir a los intrínsecamente malvados “nazis”, para clamar venganza y escupir en las tumbas de los vencidos. Al final, sólo queda recaudar un flujo de frío y pesado dinero en efectivo y recibir nuevos privilegios. Pierre Vidal-Naquet era sólo un aficionado: en 1979, él se había mostrado desde el principio como un ser muy básico y muy burdo en su promoción de “el Holocausto”. Por ejemplo, cuando fue requerido por los revisionistas para explicar cómo, después de una operación de gaseamiento con ácido cianhídrico (el ingrediente activo en el insecticida “Zyklon B”), una cuadrilla de judíos (Sonderkommando) podía entrar ilesa en una sala aún llena de tan terrible gas, para luego manipular y retirar unos cuantos cientos de cadáveres saturados con veneno, él, junto con otros 33 académicos, replicó que simplemente él no necesitaba entregar ninguna explicación. Spielberg, un hombre más mañoso, mostró en un drama de la pantalla una “cámara de gas” en la que, de una vez, “por un milagro”, las duchas lanzaban… agua y no gas. Subsiguientemente, en su turno, Vidal-Naquet, en forma completamente torpe, ha intentado responder a los revisionistas en un nivel científico y se puso en ridículo. Claude Lanzmann, por su parte, en la película “Shoah”, buscó producir testimonios o confesiones, pero su resultado fue torpe, inepto y difícilmente convincente; al menos él había llegado a la conclusión que el punto principal era “hacer películas” y ocupar el foro público. Hoy no hay más un solo “historiador” de “el Holocausto” que haga de su negocio probar la realidad de “el Holocausto” y sus mágicas cámaras de gas. Todo lo que ellos hacen, como Saul Friedländer en su más reciente libro (L’Allemagne nazie et les juifs / Les années d’extermination [“La Alemania Nazi y los Judíos / Los Años de Exterminio”], Seuil, 2008): es dejar como sobreentendido que todo eso ocurrió. Con ellos la historia llegó a ser axiomática, aunque sus axiomas no son aún redactados. Estos nuevos historiadores proceden con tal seguridad en sí mismos que el lector, desconcertado, no resuelve el problema que se realiza en él: los zalameros siguen hablando incesantemente acerca de un evento cuya realidad ellos no han establecido inicialmente. Y así es que el cliente, creyendo que él ha comprado un bien, realmente compró las zalamerías de aquel que las vendía. El actual campeón mundial del bluff holocáustico es un shabbos goy (goi del Shabbat), el padre Patrick Dubois, un burlador cuyas varias producciones dedicadas a “el Holocausto en píldoras”, notablemente en Ucrania, parece haber encontrado las cumbres de la más exagerada promoción judeocristiana.


Un Cuento Exitoso de los Grandes Poderes

Un cuento de verdadero éxito en el arte de vender, la empresa holocáustica ha adquirido el estatus de un lobby internacional. Este lobby se ha mezclado con el lobby judío en Estados Unidos (cuya organización insignia es la AIPAC) la misma que defiende, con dientes y uñas, los intereses del Estado de Israel, del cual “el Holocausto” es la espada y el escudo. Los más poderosos países del mundo pueden difícilmente darse el gusto de anunciar una tal red de grupos de presión que, bajo una apariencia religiosa, fue al principio un asunto comercial sólo para llegar a ser más tarde militar-comercial, constantemente presionando por nuevas aventuras militares. Se deduce que si otros países, llamados “emergentes”, quieren estar en gracia con un cierto país más poderoso, entonces ellos podrían ser bien sugeridos que se inclinen ante sus deseos. Sin necesariamente profesar su fe en “el Holocausto”, ellos contribuirán, si es necesario, a la propagación de “el Holocausto” y a la represión de aquellos que discuten su realidad. Los chinos, por ejemplo, si bien no usan consigo mismos del todo aquel sinsentido, bien se mantienen prestos a cualquier llamado relativo al problema del “Holocausto judío”; esto los posibilita a posar como los “judíos” de los japoneses durante la última guerra y así señalar que ellos también han sido víctimas de genocidio, una fórmula que, ellos piensan, puede abrir el camino a reparaciones financieras y beneficios políticos, como ha ocurrido con los judíos.


Una Religión Particularmente Mortal

El futuro problema para la religión de “el Holocausto” reside en el hecho que es demasiado secular. Aquí uno puede bien pensar en el Papado, el cual, en los siglos pasados, trazó su poderío político y militar desde un poder temporal que, en el análisis final, terminó causando su derrumbe. La nueva religión es inseparable (con todos ellos) con el Estado de Israel, Estados Unidos, la Unión Europea, la OTAN, Rusia, los grandes bancos (que, como en el caso de los bancos suizos, puede forzar a ceder si ellos no muestran voluntad de desembolsar), el chantaje internacional y los lobbies de mercaderes de armas. ¿Quién puede garantizar una base sólida en el futuro? Se ha hecho vulnerable a sí misma por endosar, de facto, las políticas de países o grupos con apetitos inmoderados, cuyo espíritu de cruzada mundial, como puede ser particularmente observado en Oriente Próximo y Medio, ha llegado a ser aventurero.

Ha llegado a ocurrir que las religiones desaparecen con los imperios que ellas usaron para reinar. Esto es así porque las religiones, como las civilizaciones, son mortales. La de “el Holocausto” es doblemente mortal: espolea países para ir a cruzadas beligerantes y está corriendo a su ruina. Correrá a su ruina aún si, en última instancia, el Estado judío se pudiera desvanecer en la tierra de Palestina. Los judíos entonces dispersos a través del mundo tendrán sólo un último recurso, aquel de lamentar este “segundo Holocausto”.



Ref.: http://forum.codoh.com/viewtopic.php?topic=5092

jueves, agosto 21, 2008

Impacto y Futuro del Revisionismo del Holocausto. 3° Parte


Revisionismo Histórico

El revisionismo es un asunto de método y no una ideología.

El revisionismo exige, en toda investigación, un regreso al punto de partida, un examen seguido de una re-examinación, re-lectura y re-escritura, evaluación seguida por re‑evaluación, re-orientación, re-visión, re-establecimiento. Es, en su espíritu, lo contrario a una ideología. No niega, pero en cambio apunta a afirmar con mayor exactitud. Los revisionistas no son “negadores” (o, para emplear la expresión francesa, “negacionistas”). Mejor dicho, ellos intentan buscar y encontrar cosas donde, al parecer, no había nada más que buscar o encontrar.

El revisionismo puede ser realizado en un centenar de actividades de la vida cotidiana y en un centenar de campos de investigación histórica, científica o literaria. No cuestiona necesariamente ideas ya establecidas, pero en ocasiones conduce a descalificarlas un poco. Busca desenredar lo verdadero de lo falso. La historia es, en esencia, revisionista; la ideología es su enemiga. Debido a que la ideología es más fuerte en épocas de guerra o de conflicto, y porque entonces aquella produce mentiras en abundancia para cubrir necesidades propagandísticas, el trabajo del historiador en esta área requiere redoblar su vigilancia. En el profundo sondeo dentro de las “verdades” que ha recibido, con frecuencia él debe tener en cuenta que cuando una guerra ha causado decenas de millones de muertes, la primera víctima de ella es la verdad: una verdad que debe ser buscada y re-establecida.

La historia oficial de la Segunda Guerra Mundial comprende una pizca de verdad mezclada con mucho de mentira.

La Historia Oficial: sus Retrocesos Frente a los Avances Revisionistas

Es preciso decir que la Alemania nacionalsocialista construyó campos de concentración; lo hizo mucho después, y también simultáneamente, que un gran número de otros países, todos los cuales estaban convencidos que sus campos podrían ser más humanos que la prisión. Hitler vio en ellos lo que Napoleón III había pensado en la creación de colonias penales: progreso para la humanidad. Pero es falso sostener que Alemania estableció alguna vez “campos de exterminio” (una expresión inventada por los Aliados).

Es preciso decir que los alemanes fabricaron vehículos equipados con motores que usaban gas como combustible (Gaswagen). Pero es falso decir que fueron construidos furgones para gasear personas (si uno solo de estos hubiera existido, se exhibiría en un museo de automóviles, o en alguno de los varios museos del “Holocausto”, al menos en la forma de un dibujo con valor científico).

Es preciso decir que los alemanes emplearon Zyklon (hecho en base a ácido cianhídrico y en uso desde 1922) para salvaguardar, mediante desinfestación, la salud de grandes cantidades de civiles, soldados, prisioneros e internos. Pero ellos nunca usaron Zyklon para matar a nadie, liberando este gas para matar multitudes de seres humanos. A la luz de las draconianas precauciones para el uso de gas cianhídrico, el gaseamiento de presos como supuestamente se efectuó en Auschwitz y otros campos habría sido fundamentalmente imposible[1].

Es preciso decir que los alemanes concibieron una “solución final del problema judío” (Endlösung der Judenfrage). Pero esta solución era territorial (eine territoriale Endlösung der Judenfrage), y no homicida. Era un proyecto para persuadir o, si era necesario, forzar a los judíos a abandonar Alemania y su esfera de influencia europea, para establecer, de acuerdo con los sionistas, un hogar nacional judío, en Madagascar o en otra parte. Con la vista puesta en buscar una solución, muchos sionistas colaboraron con la Alemania nacionalsocialista[2].

Es preciso decir que el 20 de Enero de 1942 se realizó una reunión de funcionarios gubernamentales alemanes en una villa en Wannsee, en las afueras de Berlín, para discutir el problema judío. Pero el tema de sus discusiones fue la emigración forzada o la deportación de los judíos, así como la futura creación de una entidad territorial judía específica, no un programa de exterminio físico.

Es preciso decir que en algunos campos de concentración alemanes había crematorios para incinerar cadáveres. Pero su propósito era combatir las epidemias, no incinerar seres humanos vivos junto a cadáveres, como algunos han osado afirmar[3].

Es preciso decir que muchos judíos experimentaron los sufrimientos de la guerra, de la internación, la deportación, los campos de detención, los campos de concentración, los campos de trabajos forzados, los ghettos; que hubo, por varias razones, ejecuciones sumarias de judíos, que ellos fueron víctimas de represalias o hasta masacres (no hay guerras sin masacres). Pero es igualmente cierto que todos esos sufrimientos fueron los de un gran número de otros pueblos o comunidades durante la guerra y, en particular, de los alemanes y sus aliados (sin contar los sufrimientos del gueto, pues el gueto es una creación exclusiva de los mismos judíos)[4]. Es sobre todo más plausible, para cualquiera que no esté afectado de memoria hemipléjica y busque estar al corriente con los dos lados de la historia de la Segunda Guerra Mundial (esto es, tanto el lado que siempre se muestra como el lado que siempre está oculto), que los sufrimientos de los vencidos durante la guerra y después de esta, fueron, en cantidad y en naturaleza, mucho mayores que los de los judíos y los vencedores, especialmente en lo que se refiere a deportaciones.

Es falso que haya existido, como se ha osado largamente afirmar, orden alguna dada por Hitler o alguno de sus compañeros, para exterminar a los judíos. Durante la guerra hubo soldados y oficiales alemanes que fueron condenados por sus propias cortes marciales, y a veces ejecutados, por haber asesinado judíos.

Es una buena cosa que los exterminacionistas (esto es, aquellos que creen en el exterminio de los judíos) hayan llegado al punto en que ellos mismos ahora admiten que no ha sido encontrado ni un rastro de algún plan, instrucción o documento relativo a una política de exterminio físico de los judíos y que, de manera similar, ellos han admitido finalmente que no ha sido encontrado ni un rastro de presupuesto de empresa funeraria alguna, o un organismo responsable para iniciar un proyecto de este tipo.

Es una buena cosa que los exterminacionistas hayan concedido finalmente a los revisionistas que los jueces del proceso de Nuremberg (1945-1946) aceptaron puras invenciones como verdades, tales como los relatos de jabón hecho con grasa de judíos, de pantallas de lámparas hechas de piel humana, de “cabezas reducidas”, y de gaseamientos homicidas en Dachau.

Es una cosa especialmente buena que los exterminacionstas hayan reconocido finalmente que la más espectacular, la más terrorífica, la más significativa parte de aquel proceso (esto es, la sesión del 15 de Abril de 1946, en el curso de la cual un ex comandante del campo de Auschwitz, Rudolf Höss, testificó abiertamente que, en su campo, millones de judíos habían sido gaseados), fue meramente el producto de las torturas que le fueron infligidas. Su “confesión”, presentada por muchos años y en muchos trabajos históricos como la “prueba” Número Uno del genocidio de los judíos, ahora está consignada al olvido, al menos en lo que concierne a los historiadores[5].

Ha sido afortunado que los historiadores exterminacionistas hayan reconocido finalmente que el famoso testimonio del oficial de las SS Kurt Gerstein, un elemento esencial de su argumentación, es carente de valor. Es repugnante que la Universidad Francesa haya revocado el doctorado de Henri Roques, obtenido por haber demostrado ese hecho en 1985[6].

Es lamentable que Raul Hilberg, el “Papa” del exterminacionismo, se haya atrevido a escribir en la primera edición (1961) de su estudio “La Destrucción de los Judíos Europeos”, que hubo dos órdenes de Hitler para exterminar a los judíos, y más tarde declarara, en 1983, que el exterminio se realizó sin orden o plan, sino a través de “una increíble conjunción de mentes, un consenso, una lectura de mentes realizada por una vasta burocracia [alemana]”. Así fue como Hilberg reemplazó una aserción gratuita con una explicación mágica: la telepatía[7].

Es una buena cosa que los exterminacionistas hayan, finalmente (o lo harán muy próximamente) abandonado la acusación, basada en “testimonios”, según la cual hubo cámaras de gas para ejecuciones en los campos de Ravensbrück, Oranienburg-Sachsenhausen, Mauthausen, Hartheim, Struthof-Natzweiler, Stutthof-Danzig, Bergen-Belsen…[8]

Es una buena cosa que la más visitada “cámara de gas” en el mundo —esto es, Auschwitz I— ha sido al fin (en un artículo de Enero de 1995) reconocida como lo que es: una mentira. Ha sido afortunado que haya sido al fin admitido que “todo en ella es falso”. Personalmente disfruto al saber que un historiador del Establishment escribió: “Al finalizar los ’70, Robert Faurisson explotó estas falsificaciones al máximo cuando la administración del museo [de Auschwitz] se negó a reconocerlas”[9]. Disfruto aún más al saber que los tribunales franceses, en su iniquidad, me condenaron fundamentalmente por afirmar eso.

Es una buena cosa que, en el mismo artículo de 1995, este mismo historiador reveló que una figura tan prominente en el mundo judío como Théo Klein vio en esa “cámara de gas” sólo un “truco” (“artifice”).

También es una buena cosa que, en el mismo artículo, este mismo historiador reveló, primero, que las autoridades del Museo de Auschwitz están conscientes de haber engañado a millones de visitantes (500.000 anuales a comienzos de la década de los ’90) y, en segundo lugar, que ellos, no obstante, continuarán engañando a sus visitantes, para, como dijera el subdirector del museo: “[Decir la verdad sobre esta “cámara de gas”] es muy complicado. Lo veremos más adelante”[10].

Es afortunado que en 1996 dos historiadores de origen judío, el canadiense Robert Jan van Pelt y la estadounidense Debórah Dwork, finalmente denunciaron algunos de los enormes fraudes del campo-museo de Auschwitz, y el cinismo con el que los visitantes han sido embaucados allí[11].

Es, por otra parte, inescrupuloso que la UNESCO (la organización educacional, científica y cultural de las Naciones Unidas) mantenga su patrocinio (establecido en 1979) de un sitio como Auschwitz, cuyo centro sostiene en su fraudulenta “cámara de gas” (para no hablar de otras enormes falsificaciones), una impostura ahora reconocida como tal. La UNESCO (con sede en París y dirigida por Federico Mayor) no tiene derecho a usar las cuotas pagadas por los países miembros para sancionar este enorme timo, que es incompatible con los intereses de la “educación”, la “ciencia” y la “cultura”.

Es afortunado que Jean-Claude Pressac, después de haber sido puesto por las nubes, haya caído en el descrédito. Promocionado por la pareja Klarsfeld, este farmacéutico francés pensó que era sabio mantener una posición intermedia entre aquellos que creen en las cámaras de gas y aquellos que no. Para él, en cierto sentido, la mujer en cuestión no estaba encinta ni no encinta, sino medio encinta y, con el tiempo, cada vez menos y menos encinta. Un autor de textos que se presume que se refieren a las cámaras de gas nazis, pero en los cuales no se encuentra una sola fotografía o dibujo general de uno solo de estos mataderos químicos, este despreciable garabateador, en un tribunal de París, el 9 de mayo de 1995, realizaría una demostración de su total incapacidad para responder las preguntas del juez que presidía la sesión, acerca de cómo, concretamente, funcionaba la máquina de homicidios en masa[12].

Es afortunado que, aunque en ruinas, la “cámara de gas” del Krematorium II en Birkenau (Auschwitz II), muestra evidentemente que nunca hubo un “Holocausto” en ese campo. De acuerdo tanto a las declaraciones del acusado alemán, bajo interrogatorio, como las fotografías aéreas de 1944, “retocadas” por los Aliados, el techo de esta cámara de gas parece haber tenido cuatro aberturas especiales (de alrededor de diez pulgadas cuadradas, se ha especificado), a través de las cuales el Zyklon fue vertido en el interior. Pero como cualquiera puede ver por sí mismo en el lugar, ninguna de las cuatro aberturas existió nunca. Dado que Auschwitz es la capital del “Holocausto”, y que este deteriorado crematorio es el núcleo del supuesto proceso de exterminio de los judíos en Auschwitz, en 1994 dije (y esta frase parece desde entonces haberse hecho popular): “Sin aberturas no hay ‘Holocausto’”.

Es igualmente afortunado que una plétora de “testimonios”, que supuestamente confirman estos gaseamientos homicidas, han sido invalidados de esta manera. Igualmente, es extremadamente deplorable que muchos alemanes hayan sido procesados y condenados, algunos de ellos a muerte, por sus victoriosos adversarios a causa de crímenes que ellos no podrían haber cometido.

Es una buena cosa que, a la luz de procesos que se parecen mucho a mascaradas judiciales, los mismos exterminacionistas expresan dudas sobre la validez de numerosos testimonios. La naturaleza defectuosa de estos testimonios habría sido mucho más obvia si uno se hubiera tomado el trabajo de realizar un examen experto de la supuesta arma del supuesto crimen. Pero en el curso de cientos de juicios relativos a Auschwitz u otros campos, ningún tribunal ordenó esa investigación (la única excepción, muy poco conocida, se realizó en Struthof-Natzweiler, en Alsacia; los resultados de la cual fueron mantenidos ocultos hasta que yo los revelé). Sin embargo, se sabía que un buen número de testimonios o confesiones necesitaban ser verificados y comprobados contra los hechos materiales y que, en la ausencia de estas dos condiciones, no poseen valor como evidencia.

Es afortunado que la historia oficial ha revisado, en orden decreciente en el tiempo —a veces en forma totalmente drástica— el supuesto número de víctimas. Fue sólo después de 40 años de presión revisionista que las autoridades judías y las del Museo Estatal de Auschwitz quitaron las 19 placas que, en 19 diferentes idiomas, anunciaban que el número de víctimas había sido cuatro millones. Luego, les llevó cinco años de disputas internas hasta que se llegó al acuerdo de una nueva cifra de un millón y medio, una cifra que, en cambio, fue muy rápidamente desafiada por los autores exterminacionistas. Jean-Claude Pressac, el protégé [protegido] de Serge Klarsfeld, ha propuesto más recientemente una cifra de 600.000 a 800.000 víctimas judías y no judías durante la toda la existencia del complejo de Auschwitz[13]. Es una lástima que esta búsqueda por la cifra verdadera no sea continuada hasta la probable cifra de 150.000 personas —muchas de ellas víctimas de epidemias— en los cerca de 40 campos del complejo de Auschwitz. Es deplorable que el film “Nuit et Brouillard” (“Noche y Niebla”), en el cual las muertes en Auschwitz son llevadas a nueve millones, continúe siendo exhibido en las escuelas francesas. Este film perpetúa los mitos del “jabón hecho con cadáveres”, o pantallas de lámparas de piel humana, y los rasguños de uñas en los muros de hormigón de las cámaras de gas, hechos por las víctimas agónicas. Más aún, este film proclama que “nada distinguía la cámara de gas de una barraca ordinaria”.

Es una buena cosa que Arno Meyer, un profesor de origen judío de la Universidad de Princeton, escribiera en 1988: “Las fuentes para el estudio de las cámaras de gas son al mismo tiempo raras y no confiables”[14]. Pero, ¿por qué se afirmó durante tantos años que las fuentes eran incontables y confiables? ¿Y por qué se vertió tanto desprecio sobre los revisionistas, quienes desde 1950 habían escrito lo que Arno Meyer afirmó en 1988?

Es una cosa particularmente buena que el historiador francés Jacques Baynac, quien se ha especializado, en Le Monde o en cualquier lugar, en tachar a los revisionistas como falsificadores, debió reconocer finalmente en 1996 que no había, después de todo, evidencia de la existencia de cámaras de gas homicidas. Fue, dijo claramente, “tan penoso decirlo como escucharlo”[15]. Quizás, para ciertas personas, y en ciertas circunstancias, la verdad es “tan penosa decirla como escucharla”. Para los revisionistas, sin embargo, es tan placentero decir como escuchar la verdad.

Finalmente, es afortunado que los exterminacionistas se hayan permitido a sí mismos socavar el tercer y último elemento de la trinidad de la Shoah: la cifra de seis millones de judíos muertos[16]. Al parecer, este número fue establecido inicialmente por el rabino Michael Dov Weissmandel (1903-1956). Residente en Eslovaquia, este rabino fue el principal inventor de la mentira de Auschwitz, basada en los supuestos testimonios de Rudolf Vrba y Alfred Wetzler. Organizó intensivas “campañas informativas” dirigidas a los Aliados, a Suiza y al Vaticano. En una carta del 31 de Mayo de 1944 (esto es, casi un año completo antes del fin de la guerra en Europa), él no se puso límites para escribir: “Hasta ahora seis millones de judíos de Europa y Rusia han sido aniquilados”[17].

Esta cifra de seis millones también fue publicada antes del fin de la guerra en los escritos del judío soviético Ilya Ehrenburg (1891-1967), quizás el propagandista más lleno de odio de la Segunda Guerra Mundial[18]. En 1979, la cifra de seis millones repentinamente fue calificada como “simbólica” (es decir, falsa) por el exterminacionista Martin Broszat durante el proceso a un revisionista alemán. En 1961, Raul Hilberg, el más prestigioso de los historiadores convencionales, estimó que el número de muertes judías durante la guerra había sido 5,1 millones. En 1953, otro de esos historiadores, Gerald Reitlinger, estableció, en cuarto lugar, una cifra de entre 4,2 y 4,6 millones. En realidad, ningún historiador de esa escuela ha ofrecido ninguna cifra basada en los resultados de una investigación. Ha sido siempre el producto de sus propias suposiciones más o menos rigurosas. El revisionista Paul Rassiner, por su parte, propuso la cifra de “cerca de un millón” de muertes judías. Sin embargo, así como él mismo lo señaló, lo hizo sobre la base de cantidades aportadas por el lado oponente. Su cifra también es el resultado de una conjetura.

La verdad es que muchos judíos europeos murieron, y que muchos sobrevivieron. Con los modernos métodos de cálculo sería posible determinar, en cada caso, qué se entiende por “muchos”. De cualquier modo, las tres fuentes desde las cuales debe ser obtenida la información necesaria están, en la práctica, prohibidas a los investigadores independientes o son accesibles sólo con grandes limitaciones:

Primero, la enorme documentación acumulada por el Servicio de Localización Internacional (ITS, International Tracing Service) de Arolsen-Waldeck, Alemania, el cual es responsable ante el Comité Internacional de la Cruz Roja en Suiza. El acceso a este centro es muy limitado, vigilado muy de cerca por un consejo de diez naciones, del cual Israel es un miembro.

Segundo, los documentos retenidos en Polonia y Rusia, incluyendo los registros de muertes de ciertos campos, registros de cremaciones, y cosas así. Sólo una fracción de esos documentos es accesible.

Finalmente, los nombres de los millones de judíos sobrevivientes —en Israel o en docenas de otros países, representados por el Congreso Mundial Judío en Nueva York— quienes han recibido, o están aún recibiendo, indemnizaciones o reparaciones monetarias. Simplemente haciendo una lista de estos nombres se mostraría el grado en el que comunidades, de las que se ha dicho con frecuencia que han sido “exterminadas”, en realidad no han sido verdaderamente exterminadas.

Aún a 52 años después del fin de la guerra, el Estado de Israel estima el número oficial de “sobrevivientes” del “Holocausto” en unos 900.000 en todo el mundo (más precisamente, entrega cifras de entre 834.000 y 960.000)[19]. De acuerdo con un cómputo realizado por el estadístico sueco Carl O. Nordling, a quien presenté la evaluación del gobierno israelí, es posible, postulando la existencia de 900.000 “sobrevivientes” en 1997, concluir que había, al término de la guerra en Europa en 1945, poco más de tres millones de “sobrevivientes”. Aún hoy, una diversa gama de organizaciones o asociaciones de “sobrevivientes” florecen alrededor del mundo. Estas incluyen asociaciones de judíos “résistants” ["resistentes"] veteranos, o ex niños de Auschwitz (esto es, niños judíos nacidos en aquel campo o internados con sus padres a edad muy temprana), de ex trabajadores forzados judíos, y, más simplemente, ex judíos clandestinos o fugitivos judíos. Millones de beneficiarios de “milagros” no logran constituir un “milagro”, sino son el resultado de un fenómeno natural. La prensa estadounidense ha informado frecuentemente de conmovedoras reuniones de familiares, todos ellos sobrevivientes del “Holocausto”, cada uno de los cuales, estamos seguros, estuvieron alguna vez convencidos que su “familia completa” había desaparecido.

Resumiendo, a pesar del dogma y las leyes, la búsqueda de la verdad histórica acerca de la Segunda Guerra Mundial, en general, y acerca de la Shoah, en particular, ha progresado en los años recientes, pero el público general es mantenido en la oscuridad al respecto. Provocaría asombro saber que, desde comienzos de la década de los ’80, los historiadores del Establishment han relegado a la categoría de leyenda muchas de las creencias populares más firmemente sostenidas. Desde este punto de vista, uno puede decir que hay dos niveles del “Holocausto”: por una parte, aquel del grueso público y, por la otra, aquel de los historiadores conformistas. El primero parece ser inquebrantable, mientras el segundo (a juzgar por el número de apresuradas enmendaduras hechas en él) aparece al borde del colapso.

Año tras año (y especialmente desde 1979), las concesiones hechas a los revisionistas por parte de los historiadores “ortodoxos” han sido tan numerosas y de tal calidad que hoy los últimos se encuentran sin salida. No teniendo ya algo de sustancia que decir acerca del “Holocausto”, ellos han entregado la batuta a los productores de películas, novelistas y gente de teatro. Aún la gente de los museos está entre las bajas. En el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos, en Washington, la “decisión” ha sido no ofrecer al público la vista de “cualquier representación física de las cámaras de gas” (esto está de acuerdo con una declaración hecha a mí, y en la presencia de cuatro testigos en Agosto de 1994, por el director de Investigación del museo, Michael Berembaum. Él es el autor de una guía de más de 200 páginas en la cual, en efecto, no aparece ninguna representación física de las cámaras de gas, sino sólo una miserable y falaz maqueta expuesta a los visitantes)[20]. Está prohibido al público tomar fotografías allí. Claude Lanzmann, productor de “Shoah”, una película destacable por la absoluta falta de contenido histórico o científico, hoy no tiene otro recurso que pontificar deplorando el hecho que “los revisionistas ocupan todo el terreno”[21]. Como Elie Wiesel, él llama a todos a mostrar discreción. Él requiere que no debemos intentar examinar más de cerca, o siquiera imaginar qué ocurría en las cámaras de gas: “Mantengan cerradas las cámaras de gas a los ojos entrometidos y a la imaginación”[22]. Los historiadores del “Holocausto” se han transformado en teóricos, filósofos y “pensadores”. Las riñas entre ellos, entre “intencionalistas” y “funcionalistas”, o entre sostenedores y adversarios de una tesis como la de Daniel Goldhagen sobre la propensión relativamente innata de los alemanes para descender al antisemitismo y a los crímenes racistas, no deben ocultar de la vista la pobreza de su trabajo histórico.



[1] Acerca de las complicaciones en el uso de ácido cianhídrico (y Zyklon) ver: R. Faurisson, "The Mechanics of Gassing" (“La Mecánica del Gaseamiento”), The Journal of Historical Review, Primavera 1980, pp. 23-30; R. Faurisson, "The Gas Chambers of Auschwitz Appear to be Physically Inconceivable" (“Las Cámaras de Gas de Auschwitz Parecen ser Físicamente Inconcebibles”), The Journal of Historical Review, Invierno 1981, pp. 311-317; R. Faurisson, "The Gas Chambers: Truth or Lie?" (“Las Cámaras de Gas, ¿Verdad o Mentira?”), The Journal of Historical Review, Invierno 1981, pp. 319-373, esp. pp. 356-358; B. Kulaszka, ed./ comp., “Did Six Million Really Die?: Report of the Evidence in the Canadian 'False News' Trial of Ernst Zündel” (“¿Murieron Realmente Seis Millones? Informe de la Evidencia en el Juicio Canadiense por ‘Noticias Falsas’ de Ernst Zündel”) (Toronto: Samisdat, 1992), pp. 322-334, 471-489 (incluyendo el "Leuchter Report" (“Informe Leuchter”) y documento de Nuremberg NI-9912).
[2] M. Weber, "Zionism and the Third Reich" (“El Sionismo y el Tercer Reich”), The Journal of Historical Review, Julio-Agosto 1993, pp. 29-37.
[3] Los “bebés judíos [eran] arrojados, vivos, a los crematorios”. Así escribe Pierre Weil, director del instituto francés de encuestas públicas de opinión SOFRES, en su artículo "L'anniversaire impossible" (“El Aniversario Imposible”), Le Nouvel Observateur, 9 de Febrero de 1995, p. 53.
[4] “Además, vale la pena… hacer hincapié que el gueto es históricamente una invención judía”. Nahum Goldmann, “Le Paradoxe juif” (“La Paradoja Judía”) (Paris, Stock, 1976), pp. 83-84. Edición estadounidense: “The Jewish Paradox” (New York: 1978), p. 66. Ver también Pierre-André Taguieff, "L'identité juive et ses fantasmes" (“La Identidad Judía y sus Fantasmas”), L'Express, 20-26 de Enero de 1989, p. 65.
[5] R. Faurisson, "How the British Obtained the Confessions of Rudolf Höss" (“Cómo Obtuvieron los Británicos las Confesiones de Rudolf Höss”), The Journal of Historical Review, Invierno 1986-87, pp. 389-403.
[6] H. Roques, “The 'Confessions' of Kurt Gerstein” (“Las ‘Confesiones’ de Kurt Gerstein”) (IHR, 1989); H. Roques, “Quand Alain Decaux reconte l'histoire du SS Kurt Gerstein” (“Cuando Alain Decaux Volvió a Contar la Historia del SS Kurt Gerstein”) (1998); "French Court Fines Faurisson, Roques for 'Holocaust Denial' Book" (“Tribunal Francés Multa a Faurisson y Roques por Libro ‘Negacionista del Holocausto’”), The Journal of Historical Review, Noviembre-Dicciembre 1995, pp. 13-17.
[7] R. Faurisson, "Genocide by Telepathy, Hilberg Explains" (“Genocidio por Telepatía, explica Hilberg”), The Journal of Historical Review, Enero-Febrero 1999, pp. 15-16.
[8] Ver, por ejemplo, la carta de 1960 de Martin Broszat, en "No Gassing in Dachau" (“No Hubo Gaseamientos en Dachau”) y "Wiesenthal Re-Confirms: 'No Extermination Camps on German Soil'" (“Wiesenthal Reconfirma: ‘No hubo Campos de Exterminio sobre Suelo Alemán’”), ambos en The Journal of Historical Review, Mayo-Junio 1993, pp. 9-12.
[9] Eric Conan, "Auschwitz: la mémoire du mal" (“Auschwitz: la Memoria del Mal”), L'Express, 19-25 de Enero de 1995, p. 68, ver "Major French Magazine Acknowledges Auschwitz Gas Chamber Fraud" (“La Mayor Revista Francesa Reconoce el Fraude de la Cámara de Gas de Auschwitz”), The Journal of Historical Review, Enero-Febrero de 1995, pp. 23-24.
[10] E. Conan, "Auschwitz: la mémoire du mal" (“Auschwitz: la Memoria del Mal”), L'Express, 19-25 de Enero de 1995 (citado más arriba), p. 68. En 1992, esto es, mucho después de “fines de la década de los ‘70”, David Cole, un joven revisionista californiano de origen judío, fue presentado como el descubridor de las falsificaciones de la “cámara de gas” de Auschwitz I. En un video mediocre, él mostraba, por una parte, la versión de los guías del museo (de acuerdo a la cual la cámara de gas es genuina) y, por la otra, que Franciszek Piper, un miembro de la administración del museo (para quien esta cámara de gas es “muy similar” a la original). No había nada nuevo en eso. El problema fue que Cole y sus amigos exageraron grandemente —para decirlo en forma suave— al final afirmando que Piper tenía conocimiento que había sido un “fraude”. Había sido un fraude, ciertamente, pero infelizmente Cole no podía desenmascaralo porque para él estaba muy poco familiarizado con el trabajo revisionista. Él podría haber confundido, definitivamente, a Piper al mostrarle, en la grabación, los planos originales que yo había descubierto en 1975-1976 y publicado “a fines de la década de los ‘70”. Estos muestran llanamente que la hoy supuesta “cámara de gas” es el resultado de cierto número de remozamientos del edificio realizadas después de la guerra. Por ejemplo, los cuatro supuestos “orificios en el techo para hacer entrar el Zyklon B” fueron hechos —en forma del todo tosca y burda— después de la guerra: las barras de la armadura de acero en el hormigón fueron rotas por los comunistas polacos y hoy se mantienen como ellos las dejaron (sobre la grabación de Cole, ver G. Raven, "Dramatic New Videotape Presentation Takes Aim at Key Holocaust Claims" (“Dramática Presentación de Nueva Cinta de Video Apunta a las Afirmaciones Claves del Holocausto”) y, D. Cole , "A Jewish Revisionist's Visit to Auschwitz" (La Visita de un Revisionista Judío a Auschwitz”), ambas The Journal of Historical Review, Marzo-Abril de 1993, pp. 8-13.
[11] R. J. van Pelt and D. Dwork, “Auschwitz, 1270 to the Present” (“Auschwitz, desde 1270 hasta la Actualidad”), (London: Yale University Press, 1996; New York: W. W. Norton, 1996), pp. 363-364, 367, 369. Ver R. Faurisson, "The 'Gas Chamber' of Auschwitz I" (“La ‘Cámara de Gas’ de Auschwitz I”), The Journal of Historical Review, Septiembre-Diciembre 1999, pp. 12-13.
[12] Ver: "French Court Fines Faurisson, Roques for 'Holocaust Denial' Book" (“Tribunal Francés Multa a Faurisson y Roques por Libro ‘Negacionista del Holocausto’”), The Journal of Historical Review, Noviembre-Diciembre 1995, pp. 13-17. Ver "'The Jewish World' Against Pressac" (“’El Mundo Judío’ contra Pressac”), The Journal of Historical Review, Enero-Febrero 1996, p. 41. Tres años más tarde, Pressac fue reducido a escribir: “Así, de acuerdo a las declaraciones de ex miembros del Sonderkommando, debe ser tenido en cuenta con firme certeza que una película sobre los gaseamientos homicidas fue filmada por las SS en Birkenau. ¿Por qué no podría ser encontrada por casualidad [en alguna fecha futura] en el desván o en el sótano de un ex hombre de las SS?”. Fuente: J.-C. Pressac, "Enquête sur les chambres à gaz" (“Investigación sobre las Cámaras de Gas”) en “Auschwitz, la Solution finale” (“Auschwitz, la Solución Final”) (Paris), Collections de L'Histoire, no. 3, Octubre 1998, p. 41.
[13] J.-C. Pressac, “Les Crématoires d'Auschwitz” (“Los Crematorios de Auschwitz”), (CNRS, 1993), p. 148; J.-C. Pressac, “Die Krematorien von Auschwitz” (“Los Crematorios de Auschwitz”) (Piper, 1994), pp. 199, 202. Ver R. Faurisson, "Auschwitz: Facts and Legend" (“Auschwitz: Hechos y Leyenda”), The Journal of Historical Review, Julio-Agosto 1997, pp. 17, 19.
[14] Arno J. Mayer, “Why Did the Heavens Not Darken?: The ‘Final Solution’ in History” (“¿Por Qué los Cielos no se Oscurecieron?: La ‘Solución Final’ en la Historia”) (New York: Pantheon, 1989), p. 362. En este mismo libro, él escribió también: (p. 365): "Además, desde 1942 a 1945, ciertamente en Auschwitz, pero probablemente en forma general, más judíos murieron por causas llamadas ‘naturales’ [inanición, enfermedades, epidemias y exceso de trabajo] que por causas ‘no naturales’”.
[15] Jacques Baynac en Le Nouveau Quotidien (Lausanne), 2 de Septiembre de 1996, p. 16, y 3 de Septiembre de 1996, p. 14. Ver, anticipadamente, Jacques Baynac y Nadine Fresco, "Comment s'en débarrasser ?" ("¿Cómo librarse de ellos?" —esto es, de los revisionistas), Le Monde, 18 de Junio de 1987, p. 2. Ver R. Faurisson, "An Orthodox Historian [Baynac] Finally Admits That There is No Evidence for Nazi Gas Chambers" (“Un Historiador Ortodoxo [Baynac] Admite Finalmente que no hay Evidencia de Cámaras de Gas Nazis”), The Journal of Historical Review, Julio-Agosto 1998, pp. 24-28.
[16] Se ha afirmado a veces que la cifra de los seis millones se originó en un artículo publicado en un diario en… 1919, bajo la firma de Martin H. Glynn, ex gobernador de Nueva York: "The Crucifixion of Jews Must Stop!" (“¡La Crucifixión de los Judíos Debe Detenerse!”) (The American Hebrew, 31 de Octubre de 1919). En este artículo, Glynn hizo un llamado para lograr contribuciones para auxiliar a seis millones de judíos europeos que, según él escribe, estaban siendo sometidos al hambre y persecución, y así estaban experimentando un “holocausto”, una “crucifixión” (un facsímil de parte de este artículo está en The Journal of Historical Review, Noviembre-Diciembre de 1995, p. 31). La palabra “holocausto”, con el significado de “desastre”, es empleada en inglés en una época tan temprana como el siglo XVII. En este uso de 1919, designa las consecuencias de la hambruna, antes mencionada, como un desastre inminente. En 1894, el escritor judeofrancés Bernard Lazare (1865-1903) empleó la palabra al referirse a las masacres de judíos: “…de tiempo en tiempo, reyes, nobles o citadinos ricos ofrecen a sus esclavos un holocausto de judíos… los judíos fueron ofrecidos en holocausto”. B. Lazare, “L'Antisémitisme, son histoire et ses causes” (“El Antisemitismo, su Historia y sus Causas”) (Paris: L. Chailley, 1894; reedición: Paris, La Vieille Taupe, 1985), pp. 67, 71.
[17] Lucy S. Dawidowicz, “A Holocaust Reader” (“Una Antología del Holocausto”) (New York: Behrman House, 1976), p. 327. Las cartas de Weissmandel fueron publicadas en hebreo en Nueva York en 1960 bajo el título “Min hametzar”. Partes de dos de ellas son publicadas traducidas al inglés en “A Holocaust Reader”.
[18] Por este descubrimiento estoy muy agradecido del historiador alemán Joachim Hoffmann. Ver: J. Hoffmann, “Stalins Vernichtungskrieg 1941-1945” (“La Guerra de Aniquilación de Stalin. 1941-1945”), Munich: Verlag für Wehrwissenschaften, 2ª edición, 1995, p. 161, y nota 42 en la p. 169. Hoffmann señala que Ehrenburg entregó aquella cifra en un artículo en las Noticias Soviéticas de Guerra del 4 de Enero de 1945, titulando: “Una vez más: ¡Recordad!”. Mientras trataba de verificar este punto en el Museo Imperial de Guerra de Londres, no encontré nada bajo esa fecha. Sin embargo, encontré el texto mencionado por Hoffmann bajo otro encabezado y otra fecha: “Recordad, Recordad, Recordad”, en las Noticias Soviéticas de Guerra del 22 de Diciembre de 1944, pp. 4-5. En la 5ª edición de “Stalins Vernichtungskrieg 1941-1945” (Munich: Herbig, 1999), ver 183, 193-194, 327, 390-393, incluyendo el facsímil del ensayo de Ehrenburg de las Noticias Soviéticas de Guerra del 22 de Diciembre de 1944.
[19] "Holocaust Survivors" (“Sobrevivientes del Holocausto”), Adina Mishkoff, Asistente Administrativa, AMCHA, Jerusalén, 13 de Agosto de 1997 (las cifras son entregadas por la oficina del primer ministro de Israel).
[20] La miserable y falaz maqueta del museo tiene aberturas en el techo para la introducción del Zyklon (aberturas que, en realidad, nunca existieron), así como pilares supuestamente perforados (los que, como cualquiera puede ver aún hoy, eran sólidos). Esta maqueta fue reproducida en otra guía en 1995: Jeshajahu Weinberg y Rina Elieli, “The Holocaust Museum in Washington” (“El Museo del Holocausto en Washington”) (New York: Rizzoli), pp. 126-127. Por otro lado, esta segunda guía no muestra el “documento” que Berenbaum había presentado en su propia guía de 1993, “The World Must Know” (“El Mundo debe saber”) (p. 138) como una prueba par excellence de la realidad de los gaseamientos homicidas: una supuesta puerta de cámara de gas de Majdanek. Con respecto a esta puerta de “cámara de gas” de Majdanek, ver: R. Faurisson, "The US Holocaust Museum: A Challenge" (“El Museo Estadounidense del Holocausto: un Desafío”), The Journal of Historical Review, Julio-Agosto 1993, pp. 14-17; ver especialmente. p. 16; "Gas Chamber Door Fraudulently Portrayed at US Holocaust Musuem" (“Puerta de Cámara de Gas Fraudulentamente Representada en el Museo Estadounidense del Holocausto”), The Journal of Historical Review, Septiembre-Octubre 1993, p. 39.
[21] Le Nouvel Observateur, 30 de Septiembre de 1993, p. 96.
[22] “All Rivers Run to the Sea: Memoirs” (“Todos los Ríos van a dar al Mar: Memorias”), volumen I (New York: Knopf, 1995), p. 74.